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Caterra: tradición con alma y mirada al futuro

Con más de medio siglo de historia, Caterra sigue escribiendo con pasión el relato de los vinos y aceites con Denominación de Origen Terra Alta. Aunque la viña forma parte de estas tierras desde tiempos remotos, el verdadero reconocimiento nacional e internacional no llegó hasta finales de los años setenta. Gracias a una tradición vitivinícola sólida y a unas condiciones geográficas y climáticas excepcionales, la cooperativa fue evolucionando: de proveer vino a bodegas tradicionales, a crear sus propios coupages para un mercado cada vez más exigente, sin renunciar al carácter ni al legado de su historia.

Hoy, los vinos de Caterra nacen de un equilibrio entre sabiduría ancestral e innovación, con un equipo de profesionales formados en la propia comarca, que conocen profundamente la tierra, sus ciclos y su alma. Este espíritu inquieto y comprometido ha sabido conjugar tradición, sostenibilidad y tecnología para dar forma a vinos modernos con esencia de antaño. Ese es el camino que marca el presente y el futuro de Caterra: honrar la herencia recibida mientras proyecta la identidad de la Terra Alta al mundo con cada botella.

Historia Bodega Caterra
Historia Bodega Caterra
Historia Bodega Caterra
Historia Bodega Caterra
Historia Bodega Caterra

HISTORIA

Caterra: una historia de tierra, esfuerzo y vino

La historia de Caterra, conocida oficialmente como la Cooperativa Terra Alta de La Pobla de Massaluca, comienza en 1963, cuando un grupo de agricultores decidió unirse para hacer frente al monopolio ejercido por unos pocos. Su unión dio fuerza a una comunidad que apostó por la cooperación, la dignidad del trabajo rural y la calidad de sus productos.

Con el paso de los años, aquella pequeña cooperativa ha evolucionado hasta convertirse en un referente en la comarca de la Terra Alta, tanto en la producción de vino como de aceite de oliva virgen extra. Hoy, Caterra cuenta con 565 hectáreas de cultivo propio, repartidas entre viñedos, olivares, almendros y aceitunas, situados en los términos de La Pobla de Massaluca, Batea y Vilalba dels Arcs.

En su bodega, equipada con tecnología moderna para la recepción, fermentación y conservación del vino, se elaboran anualmente alrededor de 11.000 hectolitros, gracias a un proceso enológico cuidadosamente supervisado, tanto para vinos jóvenes como de crianza.

Pero más allá de los números y los equipos, Caterra sigue fiel a sus raíces: una cooperativa nacida del esfuerzo colectivo, comprometida con su tierra y con la creación de productos que expresan con autenticidad el alma de Terra Alta.

El viñedo

Un origen cooperativo con alma de tierra

Ubicada en el corazón de la D.O. Terra Alta, la bodega Caterra Cooperativa Agrícola nació en 1963 fruto de la unión de varios agricultores decididos a cambiar las reglas del juego. Frente al dominio de unos pocos particulares, su objetivo fue claro: crear una cooperativa fuerte, justa y con visión de futuro, capaz de ofrecer productos de calidad y abrir nuevas vías de comercialización para vinos y aceites.

Desde entonces, la esencia de Caterra ha sido la cooperación, la pasión por el territorio y la excelencia, manteniéndose fiel a sus orígenes pero mirando siempre hacia la innovación.

Viñedos con carácter, tierra con identidad

Caterra cultiva sus 240 hectáreas de viñedo en un entorno natural único, donde los terrenos ondulados, el clima mediterráneo y la altitud propia de la Terra Alta crean las condiciones ideales para el cultivo de la vid. Estos viñedos, de entre 15 y 45 años, se gestionan bajo prácticas modernas y sostenibles, respetando el equilibrio del ecosistema.

Las variedades como la Garnacha Blanca y el Macabeo crecen aquí con una expresión singular, alcanzando una calidad excepcional que se refleja en cada cosecha. El paisaje, el suelo y el saber hacer de sus socios se funden en una viticultura que apuesta por la identidad y el origen.

Del fruto a la bodega: el cuidado que marca la diferencia

En Caterra, el proceso no termina en el viñedo. Una vez recolectada, la uva se traslada con delicadeza a las instalaciones de vinificación, donde la tecnología moderna y el rigor enológico se ponen al servicio de la tradición.

Cada etapa —desde la recepción hasta el embotellado— se lleva a cabo bajo estrictos controles de calidad que garantizan la estructura, la autenticidad y el sabor de cada vino. El compromiso es claro: preservar lo mejor del fruto para transformarlo en un producto que emocione desde la primera copa.

Instalaciones

El alma del vino nace en nuestra bodega

En Caterra, cada vendimia marca el inicio de un nuevo relato. La bodega de la Cooperativa de La Pobla de Massaluca está equipada para acompañar ese relato desde el primer momento, con instalaciones diseñadas para recibir la uva recién cosechada, conservando toda su frescura y potencial.

La transformación del fruto comienza con la fermentación controlada, un proceso delicado que permite obtener vinos expresivos y equilibrados. Para los vinos de crianza, el tiempo se convierte en aliado: reposan en barricas de roble francés de 220 y 300 litros, donde desarrollan estructura, elegancia y complejidad, tanto en blancos como en tintos.

Cada vino es seguido de cerca por el equipo enológico, que vela por su evolución mediante un estricto control de calidad. Solo aquellos que reflejan con fidelidad el carácter de la Terra Alta y el saber hacer de sus gentes son seleccionados para embotellarse. En cada botella, late el espíritu de una bodega que une tradición, precisión y una profunda pasión por el vino.

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